martes, 14 de febrero de 2012

La crisis del Antiguo Régimen (1808-1833)

El final del reinado de Carlos IV

Como vimos en el post anterior, el rey Carlos IV se había desentendido de los asutnos de Estado. Después de haber tenido varios ministros -como Floridablanca, que mantuvo una psotura de enemistad contra Francia, y Aranda, que itnentó ser neutral-, dejó el gobierno en manos de su primer ministro, Manuel Godoy, cuyas relaciones con Francia pasaron por distintas etapas: 
- la ejecución de Luis XVI de Francia precipitó la incorporación de España a la primera coalición antifrancesa para defender el Antiugo Régimen. 
- En 1795, Godoy dio un giro a su política exterior porque en Francia había finalizado la época del Terror y ahbía comenzado una fase más moderada. A partir de este moemtno tuvieron lugar una serie de hechos que pueden considerarse los antecedentes de la guerra: 
España se adhirió al bloqueo continental contra Gran Bretaña decretado por Napoleón, mediante la firma de os dost ratados de San Ildefonso (1796 y1800), cuya finalidad era invadir Gran Bretaña. La armada francoespañola fue derrotada en la batalla de Trafalgar (1805), lo que supuso el final del poderío marítimo español.
* En 1807 Godoy firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau que preveía la entrada de tropas francesas en la Península Ibérica con el pretexto de ocupar Portugal, aliado de Gran Bretaña.
 Pronto, se formó un grupo cortesano opuesto a Godoy y a su política (las tropas francesas habían entrado en España) que fomentó una sublevación popular llamada Motín de Aranjuez (marzo de 1808) que obligó a Carlos IV a destituir a Godoy y a abdicar en su hijo Fernando. 
Carlos IV y Fernando VII fueron llevados a Bayona donde renunciaron al trono de España en favor de José Bonaparte, hermano de Napoleón que reinó en España mientras duró la ocupación francesa, gracias al aopoyo que recibió de los denominados afrancesados

Fuente: danielylosquince.blogspot.com

La Guerra de la Independencia (1808-1814)
La Guerra comenzó el 2 de mayo de 1808 cuando los habitantes de Madrid se levantaron contra las tropas francesas y su ejemplo fue seguido en toda España. En ella destacaron la batalla de Bailén, en julio de 1808, la primera gran derrota francesa que obligó al propio Napoleón a desplazarse a España. Algunas ciudades, como Zaragoza y Gerona fueron sitiadas en varias ocasiones por los franceses, pero sus habitantes consiguieron resisitir. Las victorias finaes de Arapiles (Salamanca) Vitoria y San Marcial (Guipúzcoa) obligaron al ejército francés a retirarse en 1814.
Fuente: danielylosquince.blogspot.com
La Revolución Liberal: la Constitución de 1812
Los españoles que no aceptaron el gobierno impuesto por Napoleón suplieron el vacío de poder originado por la marcha de los reyes con la creación de Juntas, formadas por representantes elegidos por el pueblo. Al frente de todas ellas se encontraba la Junta Central.
La Junta Central gobernó en ausencia de los reyes españoles, paralelamente y en oposición a José Bonaparte. Se refugió en Sevilla y cuando esta ciudad fue conquistada por el ejército francés, se desplazó a Cádiz. Allí, protegida por la armada británica, convocó a las Cores, qeu se reunieron en 1812. En las Cortes hubo varios grupos de representantes qeu se distinguían por sus diferentes intereses políticos:
- representantes de la nobleza ilustrada y de los intelectuales liberales, que pretendían poner fin al Antiguo Régimen en España
- representantes partidarios del absolutismo que pedían el regreso del rey y del gobierno anterior.
El 19 de marzo de 1812, las Cortes de Cádiz promulgaron la primera Constitución española que recogía y definía el principio de soberanía nacional, establecía la división de poderes y el sufragio universal masculino y reconocía la religión católica como la oficial de la nación.
Además, las Cortes de Cádiz dictaron una serie de leyes, entre las qeu destacaron:
- la supresión de privilegios nobiliarios como los derechos jurisidiccionales sobre algunos señoríos que permitían a los señores impartir justicia entre sus habitantes.
- el reconocimiento de las libertades de expresión e imprenta.
La promulgación de la Constitución de 1812 supuso el triunfo de la revolucion en España, proque en el texto y las leye sposteriores se acabó con la estructura del Antiguo Régimen: la monarquía pasó de ser absoluta a ser constitucional, la soberanía ya no residía en el rey sino en la naciónh, el monarca no poseía todos los poderes ya que se establecía una división, se anularon privilegios de la nobleza etc.


Fernando VII

El mandato de Fernando VII como rey de España se extendió desde 1814 hasta 1833. La mayor parte de estos años tuvieron tintes absolutistas, en un momento en el que en media Europa se reclamaba el Liberalismo. España no fue ajena a esta oleada, y las pretensiones absolutistas del monarca se vieron alteradas por numerosos pronunciamientos militares a favor del liberalismo y de la Constitución de Cádiz. El reinado de Fernando VII comenzó tras el final de una guerra, la de la Independencia frente a Francia, y terminaría con el comienzo de otro conflicto armado, como fue la I Guerra Carlista.
La vuelta a España de Fernando VII “El Deseado”, que había estado exiliado en Bayona durante la Guerra de Independencia, hizo concebir al pueblo ilusiones de Liberalismo, tras los desastrosos años de conflicto contra el ejército napoleónico. En un primer momento, el monarca juró la Constitución promulgada en Cádiz en 1812, el primer texto de leyes y derechos redactado por diputados españoles. Sin embargo, la puesta en marcha de esta Constitución se vio truncada muy pronto. Se piensa que Fernando VII aceptó en un principio el liberalismo para ganarse el favor del pueblo, pero sus verdaderas pretensiones fueron otras, como se demostraron entonces. Un grupo de notables absolutistas le hizo entrega del conocido como “Manifiesto de los Persas”, que instaba al rey a negar la Constitución y volver al Absolutismo. Fernando VII no hizo esperar por mucho tiempo este deseo y, al poco de llegar al poder, en mayo de 1814, declaró nulo el texto de Cádiz.
Comenzaba así el primer período de su reinado, conocido como el “Primer Período Absolutista o Sexenio Absolutista!, que se extendería de 1814 a 1820. La contestación de los liberales no tardó en llegar, y se tradujo en numerosos pronunciamientos militares, muchos de los cuales fracasaron. Mientras, Fernando VII se veía apoyado por las potencias europeas, que en 1815 celebraron en Viena el congreso por el cual se volvía al Absolutismo tras la definitiva derrota de Napoleón en Waterloo; se iniciaba en el continente, pues, el período conocido como la “Restauración”.
Sin embargo, en 1820, sí hubo un pronunciamiento liberal que triunfó y que hizo al rey jurar de nuevo la Constitución de Cádiz. No hay que perder de vista que, en estos momentos, las colonias hispanoamericanas estaban iniciando su proceso de independencia, que intentaba ser controlado desde la Península por el rey. De esta manera, un grupo de militares españoles que iba a ser destinado a América aprovechó esta circunstancia para levantarse contra el Absolutismo del monarca. Este pronunciamiento se produjo en las Cabezas de San Juan (provincia de Sevilla), y estuvo encabezado por el coronel Rafael Riego.
El golpe tuvo una contestación casi unánime en toda España, lo que obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812. Así se iniciaba el segundo período de su reinado, el “Trienio Liberal”. Hasta 1823 reinó el Liberalismo en España. Pero ese no era el deseo del monarca. Amparado por las monarquías absolutistas europeas y en pro de la Santa Alianza acordaba en Viena para la protección de las mismas, Fernando VII pidió ayuda. La respuesta de Europa fue el envío de un ejército a España, el conocido como “Los Cien Mil Hijos de San Luis”, que redujo a los liberales y ayudó a la nueva proclamación del Absolutismo. Fernando VII se hizo de nuevo con todos los poderes, y Riego fue ejecutado.
Quedaban diez años de reinado absolutista que se han venido a denominar como la “Década Ominosa”. Principalmente, este tiempo vino determinado por el problema sucesorio, ya que Fernando VII dejaba dos hijas de corta edad que, por la Ley Sálica de Felipe V, no podían reinar. Apareció entonces en escena Carlos María Isidro, hermano del monarca, que se proclamó legítimo heredero. Se iniciaba, de esta manera, a la muerte de Fernando VII, una nueva guerra por el poder en España, que enfrentó los liberales, partidarios de Isabel, la hija del rey, con los “carlistas”, los seguidores de Carlos, que querían mantener el gobierno absolutista.
Terminaba así un largo reinado cargado de intentonas liberales en pro de la Constitución, que sólo tuvo éxito en 1820, aunque por poco tiempo. Ya sería más adentrado el siglo XIX cuando, verdaderamente, el Liberalismo quedaría implantado en España.
 fuente: profeshispanica.blogspot.com

domingo, 5 de febrero de 2012

El ascenso de los fascismos

El ascenso de los fascismos
Al finalizar la I Guerra Mundial, Europa vivió una situación especialmente difícil. Tenía que recuperarse de los daños ocasionados por la guerra y se percibía el peligro de una revolución obrera (hubo varios intentos en este sentido). Además, desde principios de los años 30, llegaron los efectos de la depresión económica del 29, cuando los Estados Unidos retiraron los capitales invertidos para dar prioridad a sus problemas internos.
Como consecuencia, el sistema liberal entró en una profunda crisis. Los países de larga tradición democrática como Gran Bretaña y Francia, pudieron hacerle frente, aunque con grandes dificultades. Los Estados Unidos aplicaron la política del New Deal, bajo la presidencia de Roosevelt. Pero en otros casos, se desarrollaron con fuerza movimientos nacionalistas, totalitarios y anticomunistas: los fascismos.
Se iniciaron en un clima de inseguridad vivido por las clases medias desde el fin de la guerra. Al principio, utilizaron un discurso extremista (una combinación de elementos nacionalistas y socialistas). Eso les permitió atraerse a una parte del proletariado y ser movimientos de masas. Pero sólo alcanzaron el poder cuando consiguieron ganarse el apoyo de los grandes capitalistas, temerosos de una revolución como la que había triunfado en Rusia.
Los ejemplos más significativos que tomaron el poder fueron el Fascismo italiano (en 1922) y el Nazismo alemán (en 1933).

El fascismo italiano
Italia fue uno de los países vencedores en la I Guerra mundial. Pero muchos italianos hablaron de una “victoria mutilada”, sin las compensaciones territoriales que esperaban. Como en otros países, la posguerra estuvo acompañada de enfrentamientos y conflictos revolucionarios, como la ocupación de fábricas. Las clases medias temieron una revolución comunista. En estas condiciones, un antiguo socialista y combatiente, Benito Mussolini, fundó un grupo antiliberal y ultranacionalista en 1919, los fascios de combate. Sus militantes vestían como uniforme la camisa negra, hacían el saludo romano y practicaban una violencia selectiva contra los grupos socialistas y comunistas. El movimiento creció con rapidez.
En 1922 su representación en el Parlamento era pequeña. Pronto se ganó el apoyo de las fuerzas conservadoras y, tras una demostración de fuerza (la marcha sobre Roma), Mussolini fue nombrado jefe de gobierno por el rey Víctor Manuel III.




Al principio gobernó respetando algunas instituciones del sistema liberal. En 1926 implantó una dictadura, con un Estado que llamó “totalitario”. Eliminó a los partidos de la oposición (socialistas, comunistas, democristianos) quedando como único el Partido Nacional Fascista, cuyos órganos se equiparan a los órganos del Estado.
Trabajadores y empresarios se encuadran en el sistema de las corporaciones, se suprime la huelga, etc. La política económica es dirigista, impulsa grandes obras públicas e implanta la autarquía. También se fomenta el incremento de la población premiando la natalidad. La resistencia antifascista -poco activa- fue eliminada y la masa del pueblo italiano aceptó el fascismo, entre la pasividad y el entusiasmo. Mussolini se convierte en el jefe todopoderoso, el Duce.
El régimen fascista resolvió sus dificultades con la Iglesia católica mediante la firma de los Pactos de Letrán (1929), por los que se creaba el Estado Vaticano. Así se ganaba el apoyo de buena parte de los católicos.
En los años 30 se marcaron objetivos expansivos: la conquista de Abisinia, el apoyo a Franco en la Guerra Civil española. Eso reforzó la amistad con la Alemania nazi (Eje Roma-Berlín) y anunció la catástrofe de una nueva guerra mundial.


El nacionalsocialismo alemán
El final de la Guerra fue especialmente duro para Alemania. Inmersa en una crisis económica, desmoralizada por la derrota, se sintió muy humillada por las condiciones de la paz de Versalles: perdió sus colonias, fue parcialmente desmilitarizada y, sobre todo, tenía que pagar las reparaciones de guerra. Alemania también vivió intentos de revolución socialista -los espartaquistas-, que acabaron siendo derrotados.
El clima de crisis y humillación nacional fue propicio para los primeros pasos del nazismo. Su líder indiscutible fue Adolf Hitler, al frente del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes. Siendo todavía un grupo pequeño, en 1923 intentó tomar el poder con apoyo de los militares: el “putch de la cervecería” en Munich. Hitler fracasó y fue a la cárcel. Allí escribió Mi lucha, donde expuso un programa cercano al del fascismo italiano pero resaltando el antisemitismo.
La crisis de 1929 hundió la economía alemana. Se disparó el número de parados. La idea de una posible revolución comunista volvió a cobrar fuerza. Los grandes capitalistas empezaron a apoyar al Partido Nazi, que creció rápidamente al presentarse como la solución de los problemas mediante un gobierno fuerte y autoritario. En las elecciones de 1932 obtuvieron el mayor número de votos, aunque sin mayoría absoluta. Y en enero de 1933, Hitler era nombrado canciller mediante un pacto con los sectores conservadores. En apenas un año, había implantado su dictadura, el Tercer Reich: eliminación violenta de la oposición, sindicación obligatoria, prohibición de la huelga, etc.

La ideología del Estado nazi se resume en su eslogan: “un pueblo, un imperio, un jefe”.
  • Un pueblo, el alemán, encarnación de la “raza aria”, superior a las demás y especialmente frente a los judíos. Éstos -considerados como culpables de todos los males del país- fueron gradualmente perseguidos, hasta decretar su exterminio durante la II Guerra Mundial.
  • Un imperio, unificador de los territorios donde había comunidades de origen alemán y conquistador de otros como “espacio vital”.
  • Un jefe (el Führer), el líder carismático que concentra todo el poder y dirige el país con autoridad.
Hitler inició una política armamentística (fábricas de Krupp, Thyssen) y de obras públicas que resolvió la crisis económica. En el plano internacional, desarrolló una política imperialista y expansiva, cuyo desenlace fue la II Guerra Mundial.



Leni Riefenstahl
Helene Bertha Amalie «Leni» Riefenstahl (1902 – 2003) fue una actriz y cineasta alemana, célebre por sus talentosas producciones propagandísticas del régimen de la Alemania nazi.
En 1932 escuchó a Adolf Hitler en un mitin y le ofreció todo su talento y colaboración. A través de Rudolf Hess, Hitler le ofreció filmar la concentración del Partido Nazi en el Campo Zeppelín de Núremberg en 1933 ya que el dictador se había quedado muy impresionado con el primer trabajo de Leni como directora cinematográfica con La Luz Azul. Riefenstahl aceptó la propuesta y realizó lo que hoy se conoce como La Trilogía de Núremberg, uno de los documentales político-propagandísticos más efectivos jamás filmado, formada por: en
  • Der Sieg des Glaubens (Victoria de fe, 1933)
  • Triumph des Willens (El triunfo de la voluntad, 1934)
  • Tag der Freiheit: Unsere Wehrmacht (Día de libertad: nuestras Fuerzas Armadas, 1935)
Su siguiente obra importante como directora fue el megadocumental de más de cuatro horas de duración Olympia (Parte I Festival de las Naciones y Parte II Festival de la belleza, 1938), en la que filmó los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, conocidos como las Olimpiadas de Hitler. Verdadero hito cinematográfico ya que nunca antes se habían filmado unos JJ. OO. Sobre este film pesa la controversia de ser también un trabajo propagandistico a favor del régimen nazi, debido a su alto contenido político. Aun así, cabe destacar los peculiares enfoques en los detalles instantáneos del movimiento, las tomas en cámara lenta (hoy en día, sus técnicas de tomas en movimiento son muy usadas) además de introducir avances técnicos y de producción utilizados por Riefenstahl en estos trabajos, ya que fue pionera en la utilización de medios y formas de rodaje y post-producción muy comunes hoy día en las producciones audiovisuales, pero indudablemente innovadores en la época.